El trasfondo histórico y la intención de la obra

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Revisión de 13:12 28 sep 2019 por Letraherido (Discusión | contribuciones) (La Fundación, de Buero Vallejo: trasfondo histórico e intención de la obra)

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NOTA: Esta pregunta se formuló en la prueba EvAU de Lengua castellana y literatura 2 de septiembre de 2016 con el enunciado: "El trasfondo histórico en La Fundación, de Antonio Buero Vallejo".

La Fundación, de Buero Vallejo: trasfondo histórico e intención de la obra

     (Texto ampliado a partir de las informaciones de la charla de la Prof. Dra. Ángeles Ezama, "Lectura de La Fundación", en Zaragoza,
viernes, 27 de septiembre de 2019)

La Fundación se estrenó en 1974, en los últimos años de la dictadura franquista. La censura estaba, en aquellos años postreros del dictador, más debilitada, pero seguía manteniendo el control sobre los medios de comunicación, las obras de teatro, los libros editados... En España seguían existiendo la censura, los encarcelamientos de presos políticos y la pena de muerte. No debemos olvidar que, aunque se trata de los años del tardofranquismo (al año siguiente, moriría el dictador), aún en 1974 fue ejecutado Salvador Puig Antich y en 1975 aún hubo consejos de guerra y fusilamientos de varios miembros del FRAP y de la ETA. La pena de muerte y la tortura no fueron abolidas hasta 1978, con la nueva Constitución española del 6 de diciembre.

Buero hace una crítica a la situación de la época. Él había vivido la Guerra civil y el franquismo, había sido preso político por su participación en el Partido Comunista de España. Esa experiencia personal se percibe debajo del texto.

La obra tuvo gran éxito de público y crítica desde el principio. Se estrenó en el Teatro Fígaro, dirigida por José Osuna, escenografía de Vicente Vela y protagonizada por actores de primera fila, como Paco Valladares, Jesús Puente y Victoria Rodríguez en el papel de Berta, la novia imaginaria de Tomás (la actriz se casaría, luego, con Buero Vallejo). Los ensayos de la obra fueron largos y exhaustivos, según los medios de aquel tiempo, y la puesta en escena resultó espectacular.

El texto se publicó por primera vez en 1974, en la revista de teatro Primer Acto. Después, en forma de libro, en la colección Austral, también en 1974. A partir de 1989, la colección Austral sacó una nueva edición con un buen estudio preliminar.

En 1975 recibió el premio de teatro "El espectador y la crítica".

En 1978, en la mítica serie de televisión "Estudio 1" se hizo una versión filmada muy encomiable en todos los aspectos.

Además, sintetiza muy bien lo que es el teatro de Buero. En ese sentido, tiene muchas concomitancias con otras obras suyas anteriores, como En la ardiente oscuridad (1950), en donde presenta una oscura institución (o fundación) que había que desenmascarar y en donde vivían unos ciegos que, al final, "ven la luz" (igual que Tomás recupera la consciencia en La Fundación). Si en una obra se trata del despertar a la contundente realidad del "todos ciegos", en la otra se trataría del tomar consciencia de la situación del "todos presos".

Buero tardó un año y medio en componer La Fundación, concretamente entre 1972 y 1973. Era hombre de trabajo lento y perfeccionista. Él mismo reconocía que escribir era para él un gran sufrimiento, pues significaba esfuerzo, horas de reflexión y trabajo. En veintisiete años de carrera, escribió unas veinte piezas teatrales, lo que nos da idea de su modo de producir, absolutamente consciente y laborioso.

Buero critica a la sociedad española, engañada ante sí misma para no afrontar su propia miseria, su tragedia colectiva. La obra tiene un claro contenido social, pero también contiene detalles autobiográficos. Cada personaje posee un punto de vista diferente de la realidad. Ninguno se corresponde con el del autor, aunque todos representan una situación de represión, por el hecho de estar en la cárcel. Tomás se identifica con el lector o espectador, y va adquiriendo conciencia de lo que ocurre, despertando a la realidad, al mismo tiempo que aquel. Este personaje, el protagonista, pasa de ser solamente testigo de los hechos a involucrarse en un mundo que requiere su intervención. En cuanto al hombre sin nombre, el cadáver que aparece en las primeras escenas, es una de las víctimas del sistema represivo que Buero quiere condenar.

La Fundación es presentada como una fábula en dos partes, Buero la subtitula así. Utiliza esta palabra, fábula, en otras obras suyas, como Lázaro en el laberinto y varias más. Y la usa en un sentido próximo a alegoría o parábola, en el sentido de ficción con fondo filosófico o moral. Plantea así al espectador la lucha entre realidad y ficción, entre apariencia y realidad. Poco a poco, va triunfando la verdad. Al principio, vemos la habitación donde viven cinco hombres como un lugar agradable con maravillosas vistas. Esto es debido a que Tomás, que estuvo a punto de suicidarse por haber delatado a sus compañeros en un momento de debilidad, se oculta tras una realidad ficticia para no ser consciente de lo que estaba pasando. Y nosotros, como espectadores, solo conocemos la historia a través de sus ojos. Tomás convierte mentalmente la celda en que está retenido en una lujosa habitación, imagina encuentros con su novia imaginaria, Berta, etc. Pero paulatinamente, a medida que se va dando cuenta de la verdad, la habitación se va transformando ante los ojos del espectador en lo que realmente es: una celda en la que viven cinco presos políticos condenados a muerte.

En ese sentido, La Fundación recuerda al Edipo, rey, de Sófocles (no hay que olvidar que Buero en un gran conocedor y admirador de la tragedia clásica griega), pues Edipo, después de un proceso cuasi policiaco de indagación, llega a la amarga verdad. Lo que cambia radicalmente en las dos obras es que, si en Sófocles el desenlace da paso a una catarsis basada en el horror (Yocasta se suicida, Edipo se arranca los ojos), en Buero el final deja un resquicio a la esperanza. En ese sentido, Buero se muestra profundamente humano, humanista, esperanzador. Un hombre de compromiso ético que propugna el cambio social y personal.

Para esquivar la tijera de los censores, Antonio Buero Vallejo escribió en una línea posibilista, como a él mismo le gustaba llamarla: ajustó el mensaje que quería transmitir a las exigencias de la censura, recurriendo al simbolismo y a la dimensión histórica. El "posibilismo" de Buero, su teatro inteligente que prefería llegar al público a toda costa evitando el choque con el censor, provocó, en los años 60, una áspera polémica con el dramaturgo y guionista cinematográfico Alfonso Sastre, quien defendía un choque frontal con el sistema, una práctica teatral revolucionaria y subversiva. Sastre quería dinamitar el sistema: era partidario del imposibilismo, pero su radicalismo lo hacía chocar con lo establecido y así sus obras eran prohibidas y no podían llegar a los espectadores. Además, Buero había tenido también problemas con la censura antes de escribir La Fundación. Concretamente, con La doble historia del Dr. Valmy, donde planteaba también un tema similar: el descubrimiento de una cruel verdad. Esta obra, mucho más explícita que La Fundación, fue prohibida y no pudo ser estrenada hasta 1976, cuando ya Franco había muerto. Digamos que el autor de Guadalajara aprendió la lección y decidió obrar con inteligencia, evitando el choque con lo establecido.

Lo que intenta Buero, y consigue, es camuflar en su obra una crítica feroz a la sociedad de entonces. Trata temas delicados, como la mala vida en prisión en la época franquista, los presos políticos, los intentos de fuga (él mismo protagonizó uno en sus años carcelarios)... Pero quiere hacerlo de manera simbólica, para evitar el choque con la censura. ¿Cómo es posible que aquella no se diera cuenta y permitiera la representación de la obra? Probablemente, porque los franquistas más acérrimos no se daban por aludidos, pensaban que la crítica de Buero iba dirigida a otros países u otros sistemas políticos. Pero era evidente que, para gran parte del público español de entonces -1974-, el autor de Guadalajara estaba hablando de su "aquí y ahora".

Buero se inspira, en La Fundación, en su propia experiencia autobiográfica, en su etapa de preso político condenado a muerte (finalmente, su pena fue conmutada por treinta años de reclusión, de los que tuvo que pasar en la cárcel "solamente" siete). Como a él mismo le gustaba decir:

   “Cuando has estado en la cárcel, acabas por comprender que, vayas donde vayas, estás en la cárcel”.

Y para justificar su gusto por la tragedia, solía repetir:

   "La vida es un acontecimiento absolutamente trágico"

Decía de sí mismo que él había tenido suerte, en el sentido de que a otros les había tocado morir y él había podido vivir y cumplir su destino vocacional de dramaturgo.

Como siempre en la obra de Buero Vallejo, la lucha de los hombres contra sus limitaciones para conseguir la libertad nos enfrenta a nosotros mismos. No solo se trata de una lección ética, social o filosófica, sino de cómo a través del arte llegamos a integrarnos en el conflicto y a buscar una solución. Buero siempre deja un rincón a la esperanza. En ese sentido, es optimista, aunque su teatro sea duro, incluso áspero en ocasiones.

La intención del autor es superar lo particular para reflexionar sobre lo universal. Es decir, su denuncia no se limita a un hecho concreto, sino que pretende cuestionar aspectos fundamentales de la vida y la condición humana, más allá de las circunstancias particulares. Y ver además si estas siguen vigentes en nuestro tiempo y nuestra sociedad. Es verdad que el texto de La Fundación reflexiona sobre la tortura, la opresión y el totalitarismo, pero siempre de manera genérica, dirigiéndose hacia cuestiones más abstractas, a la supervivencia de tales lacras incluso en las sociedades democráticas.

Todo ello se logra mediante el efecto de inmersión, producido cuando al espectador se le obliga a compartir (no con todos los personajes, sino normalmente con uno solo) una percepción sensorial singular. Experimenta entonces una sensación más fuerte de simpatía o identificación con el protagonista. El efecto de inmersión es descrito por Buero como un recurso teatral que obliga al público a ser partícipe, aunque no lo desee, de los problemas y la situación anímica de algunos protagonistas que él contempla en la escena.

El mismo Buero ha explicado la finalidad de su obra como una manera de recuperar la interioridad personal alternándola con la exterioridad social. Su efecto de inmersión, que nos sumerge e identifica con un personaje, es una técnica eficaz elaborada como contrapunto al efecto de distanciamiento preconizado por el dramaturgo alemán Bertolt Brecht. Sin duda, una de las mejores contribuciones de Buero a las artes compositivas del drama contemporáneo.

La Fundación es una obra muy inspirada en el Quijote, una obra que Buero admiraba profundamente. Tomás tiene mucho de Alonso Quijano, vive en un proceso de locura-cordura que finalmente lo enfrenta a la realidad. También hay influencias de La vida es sueño, de Calderón de la Barca, en el sentido filosófico de afirmar el libre albedrío del ser humano que, finalmente, decide con libertad quién es y dónde y con quién quiere estar.

Bibliografía, webgrafía

Trabajos de los alumnos

Edición, revisión, corrección

  • Primera redacción (enero 2018): Cristina Estremar e Irene Camus
  • Revisiones, correcciones: Letraherido.