''Edipo rey''. Texto 5 y cuestiones relacionadas

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Texto 5. Sófocles, Edipo rey (trad. de Assela Alamillo)

Mensajero.— Un pequeño quebranto rinde los cuerpos ancianos.
Edipo.—     A causa de enfermedad murió el desdichado, a lo que parece.
Mensajero.— Y por haber vivido largos años.
Edipo.—     ¡Ah, ah! ¿Por qué, oh mujer, habría uno de tener en cuenta el altar vaticinador de Pitón o los pájaros
            que claman en el cielo, según cuyos indicios tenía yo que dar muerte a mi propio padre? Pero él, habiendo muerto, está oculto
            bajo tierra y yo estoy aquí, sin haberlo tocado con arma alguna, a no ser que se haya consumido por nostalgia de mí. De esta manera
            habría muerto por mi intervención. En cualquier caso, Pólibo yace en el Hades y se ha llevado consigo los oráculos presentes, que no
            tienen ya ningún valor.
Yocasta.—   ¿No te lo decía yo desde antes?
Edipo.—     Lo decías, pero yo me dejaba guiar por el miedo.
Yocasta.—   Ahora no tomes en consideración ya ninguno de ellos.
Edipo.—     ¿Y cómo no voy a temer al lecho de mi madre?
Yocasta.—   Y, ¿qué podría temer un hombre para quien los imperativos de la fortuna son los que lo pueden dominar, y no existe
            previsión clara de nada? Lo más seguro es vivir al azar, según cada uno pueda. Tú no sientas temor ante el matrimonio con tu madre, pues
            muchos son los mortales que antes se unieron también a su madre en sueños. Aquel para quien esto nada supone más fácilmente lleva su vida.
Edipo.—     Con razón hubieras dicho todo eso, si no estuviera viva mi madre. Pero como lo está, no tengo más remedio que temer, aunque tengas razón.
Yocasta.—   Gran ayuda suponen los funerales de tu padre.
Edipo.—     Grande, lo reconozco. Pero siento temor por la que vive.